martes, 20 de abril de 2010

Temporada de naranjas

Yo sé que cuando llega el frío te gusta dormir con medias. Que no te gusta mezclar el puré con la milanesa, ni llegar puntual a la mesa. Sé que el café te gusta con más leche que café y el té con más té que leche; y también que a ambas cosas le ponés tres cucharadas y media de azúcar.

Yo sé que no te gusta la Coca Light y que el Fernet es tu trago de cabecera. Sé que tus tiempos no son los míos y por eso -casi siempre- nos peleamos. Sé que te fascina bailar, aunque para mí yo lo haga al compás y vos a contrarritmo.

Yo sé que te gusta dormir hasta tarde y escuchar blues. Sé que te gustan los baños largos y las sopas calientes. También sé que te gusta escribir y leer, aunque alegues no tener tiempo para ninguna de las dos cosas; y que tu sueño más profundo no es haber sido futbolista sino ser escritor. Yo sé que te cuesta demostrar lo que sentís y pedir perdón, y que te esforzás por cambiar ambas cosas.

Yo sé que no te gusta quejarte, criticar ni pedir favores; y que no te gustan las discusiones de ningún tipo. Que tu principal arma de combate no es la palabra hiriente sino la indiferencia. Que sos desordenado de nacimiento y que por eso no cerrás las puertas de los armarios, aunque quieras convencerme de que así tienen más onda. Que tu hija es lo mejor que te pasó en la vida y que cada vez que te sonríe te hace sentir gigante.

Yo sé que mi opinión te importa por sobre todas las demás; que cuando te enfermás invernás y no querés ni que te hablen. Que nunca te afeitás de un tirón, sino que los vas haciendo en cuotas porque te aburre. Que amás la vida al aire libre y que te preocupa mucho darnos a nosotras, "tus mujeres", la mejor calidad de vida posible.

Yo sé que de vez en cuando te gusta mandarme al diablo sólo para verme totalmente descolocada y enmudecida. También sé que enojada te resulto extrañamente irresistible y que te divierte mucho burlarte de mí.

Yo sé que te gusta lo impredecible y que por eso, seguro, te casaste conmigo.


Vos sabés que para mí el día empieza totalmente distinto si lo hago desayunando con una naranja. Por eso hoy, al ver que no quedaba ni una sola en la frutera, fuiste caminando de la mano con Clemen a la estación sólo para volver con una bolsa llena de dos kilos de amor. Y así, hacerme un poco más feliz.

Gracias por las naranjas. Gracias por el amor.

4 comentarios:

  1. Una tormenta de ternura, me encantó.

    ResponderEliminar
  2. Una descripción increíble y conmovedora, estuve a punto de lagrimear, pero la sonrisa de Clemen me contuvo. Sino, pobre va a empezar a llorar conmigo, a ella todo le afecta.

    PD: No sabes lo que pesaban las naranjas y Clemen, ni hablar...

    Te amo
    Sebas

    ResponderEliminar
  3. Qué buen testimonio de amor, cuánta ternura!

    ResponderEliminar
  4. Ayyy!!!! querida amiga... hoy me hiciste llorar de emoción....
    te quiero con el alma

    Mechi

    ResponderEliminar