martes, 3 de julio de 2012

Vencida

You've got to get in to get out
De todas mis tristezas hay una que no me visita con mucha frecuencia. Una que muy pocas veces en la vida me visita: es la tristeza del vencido. Yo no me doy por vencida ni aun vencida, como decía mi amigo. Soy dura de vencer. Mi cabeza muerde y vocifera vengadora incluso rodando por el polvo. Por eso no conozco bien esa tristeza pero, cuando viene la miro siempre seria y como por primera vez: es pura presencia, es pura noche, es pura pureza, es pura tristeza. Es vacío o más que vacío es ausencia. Es orgullo herido y herida abierta. Cuando viene esa tristeza, no hay amigo, palabra ni consuelo que se le atreva; tampoco hay lágrimas, solo guijarros en el alma y en la lengua. 
Luego de recibirla cierro las persianas y las puertas para darle la privacidad que necesita y se instala. No me sobra ni se burla, simplemente está y mira en seguimiento cada uno de mis pasos lentos, medidos. Sabe lo que voy a hacer y, tan dolorosa e indolente a la vez, no se queja ni se ofende. Los primeros pinchazos sobre el disco de pasta suenan mal por mi pulso pero, enseguida acomodo la aguja y el Concerto in D major op.35 de Tchaikovsky, empieza a sonar imponente. Y con el control de la tele saco el sonido y busco exactamente lo que quiero: patinaje artístico sobre hielo. Me acomodo, junto a esta tristeza en el sillón, tranquila porque nada me protege mejor de ella, nada anestesia más mi dolor. Así frente a la pantalla y abrazando fuerte mis rodillas, mis razones, explicaciones, motivos, teorías e ideas empiezan a borrarse, a desaparecer en esos giros, esos saltos y en esas gacelas que sobre cuchillas de fuego cortan con justicia el hielo que pisan. Y solo queda un agradable sopor entre esos acordes de cuerdas, la imagen, esa tristeza y yo. Toda racionalidad se esfuma en ese cuerpo que se estira, se ablanda, se expande y se retrae. En ese vuelo raso todo se esfuma. Todo se desviste en cada giro, en cada salto y lo único que queda es el corazón crudo que, como en un torno de alfarero, frágil y húmedo, al paso de cada vuelta, empieza a moldearse de nuevo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno Pili, muy buena la descripción de la tristeza del vencido, o del derrotado. No te parece que vencido es como más constante en el tiempo, y derrotado como con más unicidad en cada derrota?, no se, como guerra y batalla. Qué te parece?
    Te mando un beso grande y te quiero mucho!

    Fede

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  2. La clave está en dejarla pasar a tu casa, pero nunca abrazarla. Es la enseñanza que me dejó una vieja amiga hace muchísimos años.

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