Abracadabra, pata de cabra... Nada en esta mano. "Es que no soplé, mamá". La mamá -impresionante actriz- la miró con cara de Debe haber sido eso, probemos de nuevo. Abracadabra, pata de cabra, dedos inquietos y soplidos no pudieron menos que hacer aparecer en la otra mano... Un chupetín rosa. Los ojos incrédulos brillaron de fascinación y alegría y un minuto más tarde la pequeña andaba por la casa grande saboreando su chupetín y su mamá con cualquier otro quehacer. Y el silencio del pasillo se quiebra a la distancia:
_Mamá
_¿Qué pasa, hijita?
_A mí me gusta el chupetín rosa.
_Ya lo sé, hija...
... Por eso te lo regalo.
... Por eso te lo regalo.
La magia que hay en las cosas simples, muy bueno!
ResponderEliminarExactamente eso... Recién descubro este comentario. Muchas gracias!
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