domingo, 13 de mayo de 2012

Mismas piedras

Luz estaba indignada y no podía parar de llorar. Se odiaba tanto a sí misma en ese momento que lo único que quería era darse de golpes pero, no lo hizo ni lo iba a hacer; así que se limitó a hundir su cabeza entre sus brazos sobre el volante mientras escuchaba esa canción que tan fácil le hacía la caída de las lágrimas. ¡Era lo mismo! ¡Era lo mismo!, fueron las únicas palabras que dijo, una y otra vez y de todas las formas posibles: ¡Era lo mismo! de corrido y mil veces, ¡Era lo mismo! más pausado y asombrado, ¡Era lo mismo! acompañado con gestos de una mano a veces, de las dos otras... ¡Era lo mismo! mirando al cielo, como una obviedad para el omnisciente. Estaba in-dig-na-da, así, separado en sílabas. Tanto que apenas podía respirar.

Luz lo supo (y lo negó) en el instante mismo en el que se sintió inevitablemente traccionada, tirada, atraída hacia Gelo, como si de un remolino o un huracán se tratara. Lo habría sospechado sin saberlo entonces, o lo tendría que haber sospechado: solo alguien tan parecido a Freddy podía arrasarla de esa manera. Pero, como el más común de los mortales, Luz no pudo resistirse a lo que vino cuando vino y así que pensó que quizá no era tan lo mismo; o que no eran exactamente lo mismo. Es más, llegó a convencerse de que eran bien distintos.  
Pero el tiempo pasó y sobre una herida, calcada, apareció la otra. Y sobre esas dos heridas, una aún mucho más dolorosa: la enorme frustración de sentir que no había aprendido nada.

5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. también!! jajaj

      Eliminar
    2. Ah pero qué ambiguo... La próxima vez no te olvides de poner el sustantivo en lugar de los tres puntos suspensivos! ;o)

      Eliminar
    3. te sale la profe que llevas adentro, siempre dando la pauta linguistica!!

      Eliminar