domingo, 25 de marzo de 2012

Pérdidas

A fuerza de puro lijar y lijar, va pasando, de a poco, la tristeza. Se hace polvo terracota y se disipa, como el óxido antiguo del portón que me pide, me suplica, lo reviva. Y ahí estoy yo, lija que te lija, con una fuerza extraordinaria, que no viene -por supuesto- de mis brazos flacos, sino de mi alma espartana nacida de no sé dónde.
Basta de pérdidas, me exhorto a mí misma. Esta semana sufrí una grande: mi sillón blanco; mi mullido y conocido (por mis conocidos) sillón blanco. Ese sillón que nunca más podré volver a conseguir, ese que no tiene precio y al que, forzosamente, tuve que ponerle uno. Se fue, como casi todo lo que quiero últimamente se fue, como mi unicornio azul se fue. O, mejor dicho, lo tuve que dejar ir, lo que hace que la pérdida duela un poco más. Se fue por el portón, el mismo portón que estoy lijando, y con él, o mejor dicho arriba de él, se fueron las siestas al sol, tantas lecturas, reuniones y arrumacos. Se fue para siempre, con la misma tristeza con la que en la vejez se pierde un recuerdo. No saltes en el sillón, Clemen suena ahora como un eco lejano, como un sueño que se escapa, aunque lo quiera atrapar y hacer entrar en mi alma, como al sillón mismo en mi minúscula casa.
Entre lija y lija pasan los nuevos vecinos que, amables, aportan todo tipo de comentarios, excepto los ofensivos. El polvillo se dispersa un tanto y otro tanto queda atrapado entre los pliegues de mis trenzas, uñas y ropa. Los jubilados sentados en los cajones invertidos de cerveza me miran y comentan algo que no quiero ni saber. Uno de esos es el que el otro día me dijo algo de nacer y morir hermosa. Vivo en el centro de este pueblo y eso para mí es una novedad. Todo el mundo pasa por acá para ir o para venir. Y es por eso mismo que yo, de tanto en tanto, con esa tristeza calma que viene de la paz, me asomo como los jubilados por la ventana -cabeza apoyada en la mano izquierda- solo para ver si en una de esas te veo pasar cuando vas o cuando venís, con la esperanza de recuperar -aunque más no sea por un instante- algo de todo lo mucho (demasiado) que vengo perdiendo en tan poco (poquísimo) tiempo.

8 comentarios:

  1. como siempre, maravilloso lo tuyo.

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  2. Yo, quien mas sino26 de marzo de 2012, 8:45

    La tristeza y la melancolía sacan tu mejor prosa.

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    1. Vos, quién más si no... Sos un gracioso! Pero, me viniste genial para explicar en clase la falta de referencialidad de los pronombres personales. En relación al comment, aún así prefiero una prosa mediocre y un poco más de alegría...

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    2. Yo, quien mas sino28 de marzo de 2012, 11:46

      ah me mataste! "falta de referencialidad de los pronombres personales" lo que?? me explicas??

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    3. Jajaja... ¿De verdad querés que te lo explique? Bueno, la gran diferencia entre, por ejemplo, los sustantivos y los pronombres es que los últimos solo tienen referencialidad o "sentido" dentro de la comunicación. No tienen, como los sustantivos, "sustancia" (mesa, alma, noche, etc.). "Yo" es el que habla y tú es el que escucha (en determinada conversación) pero, "yo", "tú", "eso", etc. en sí mismos están completamente vacíos de contenido, no son nada; son como una especie de "comodines" que pueden ser usados por cualquier persona del mundo que lo necesite: Decir "Yo, quien más si no", en este contexto, en definitiva es lo mismo que decir Nadie, o es como firmar Anónimo.
      Saludos, Nemo!
      Pd: espero haber sido clara.

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  3. Como va la vida en la nueva casa?? Te pudiste adaptar bien? Un besito.

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    1. Bien... Ponele. Por momentos me dan ganas de agarrar mis petates e irme a la miércoles pero, la verdad es que a pesar de todo es tan acogedora. Creo que nos necesitamos mutuamente! Con paciencia y cariño voy a terminar teniendo la casa que quiero. Saludos!

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