sábado, 30 de abril de 2011

Corazón

Para Anónimo

Cae. Como caen todas las cosas que cruzan cierto límite, de manera inevitable cae. Por ley de gravedad, de negligencia, de qué sé yo. Como todo lo frágil cae y se rompe -en dolorosa cámara lenta- por alguna otra ley que, seguro, desconozco. Y miro desde arriba, desde lejos las vueltas primero y luego los pedazos, la impotencia, el desparramo. Se rompe y duele todavía más, como duele la pérdida, como duelen los muertos, como duelen las despedidas. Duele y me agacho para juntar una a una las partes; las acomodo, las pego con lo que hay, algo de cinta creo, algo... y noto que su textura ya no es la misma, ahora parece de plástico, hueco y de un color rosa viejo, tal cual mis ojos vacíos. Lo pego y lo levanto con las dos manos con el recordado respeto de algo muy valioso, para devolverlo a su lugar. Pero está así: herido, tiezo, petrificado, incrédulo, inconmovible. Lo pongo en su lugar y vivo una vida a la que no estoy acostumbrada; una vida donde el motor principal creador de casi todo lo bueno que hago no funciona. Y, aunque mi fe en el amor es sostenida, no puedo evitar preguntarme si alguna vez volverá a sentir; si alguna vez volverá a latir.
Si alguna vez volveré a escribir.

3 comentarios:

  1. No termine de entender y un poco de intriga me qeuda ... a que te referis Pilar??

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  2. Se te extraña Medina, volve!!

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  3. Volveré y seré millones... Millones de palabras (más comprensibles, cómo no). Lo prometo.

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