viernes, 18 de diciembre de 2009

My precious


“¡Vamos, Clementina! ¡Salí!” grité yo -dicen todos los que estaban en la sala de parto- en el último pujo con el que ella le mostró su cara al mundo, apareciendo entre mis piernas brillantes, peladas y temblorosas. Yo no lo recuerdo. Sólo recuerdo su cara preciosa, achatada por el envase que la contenía, sus ojos redondos e inquisidores que primero parecieron negros y como los de un extraterrestre que todo lo examina. Esa mirada me sedujo con un poder inconfesable. Era rosa, como mi mamá dice que yo era al nacer pero, ella pintada como de brea por el líquido meconial que casi arriesga su salud. Me miraba sabiéndose mía y sabiéndome suya. Un nuevo cordón se estaba creando a partir de esa mirada. Estaba calentita, tan calentita… Yo, que vivo con las manos frías, sentí ese calor de vida, de sangre corriente y corazón palpitante en el primer instante en el que la toqué, cuando la obstetra nos invitó a terminar de sacarla del canal de parto con nuestras propias manos; y lo confirmé cuando la recosté sobre mi pecho. Mi beba era fuerte, un torrente vida hacía bulla por su cuerpo y buscaba aprender a respirar allí, a escasos centímetros de mis labios que la buscaban, a escasos centímetros de mi corazón cuyos latidos ella buscaba. Nada más le importaba. Ni siquiera se inmutó cuando Sebastián le cortó el cordón y empezó a respirar por sus propios medios. Lo hizo con la mayor naturalidad. Pero, ni bien la agarraron para llevársela a control neonatal, todo el mundo se enteró de que la niña tenía un par de pulmones bien grandes y resonantes. Ahí supo que a partir de ese momento dejábamos de ser una para ser dos. Sólo se calmó cuando la pusieron limpita y cambiada en los enormes y acogedores brazos de su papá.
AAAALa vida cambia para siempre. Uno deja de ser uno para ser en el otro. Es la parte más preciada de tu cuerpo, esa que se te sale y se independiza físicamente. Es tu vida fuera de vos.

AAAAPasados los primeros meses que te sumen en la mayor confusión de emociones y sentimientos que pueda experimentar una mujer, fui comprendiendo cada vez más aquel comentario que hizo un profesor mío en mi primer año de carrera: “uno no entiende lo desequilibrado que es el amor de un hijo hacia un padre y de un padre hacia un hijo hasta que tiene uno propio”. Tal es así que sentí cierta vergüenza por lo pobre que resultaba, evidentemente, mi amor hacia mis padres, ése que yo creía inconmensurable por infinito. Pero, al mismo tiempo me sorprendí positivamente y como si recién ahora me enterara. Viví tantos años sin tener ni la menor idea de lo que me amaban mis papás, y ahora lo estaba descubriendo, como quien abre un regalo fabuloso que estuvo ahí envuelto muchísimos años, esperando el momento justo para ser desenvuelto. Me conmoví y se los agradecí, y mi relación con ellos también cambió para siempre. Y si yo sufro, les pido perdón por lo que a ellos les debe doler. Y pensar que ellos tuvieron cinco hijos: cuánto amor esparcido, repartido, alejado del propio cuerpo. Qué vértigo.

AAAAMi hija es un sol de un año y medio que camina copiando el paso del papá. Tiene el pelo negro y lacio y la piel bien blanca. Su mirada es la de un ángel de ojos entre grises, verdes y almendra: un color único e indefinido; y su sonrisa, capaz de comprar a cualquiera. Ella es puro dar, dar y dar. Le tira los brazos y toda su gracia a cualquiera que le sonría con sinceridad. Se muere por hablar y lo hace bastante bien. Pronuncia todo lo que con sus escasos recursos lingüísticos le es posible. También le gusta mucho cantar y bailar: tiene oído y ritmo. Casi en un susurro y muy de cerca le pido que me dé un beso y me apoya con amor la palma de la mano, de una suavidad aterciopelada, en mis labios; le pido que me haga mimitos y con la misma palma y cierto canturreo lírico y sonreído me acaricia la cara, como si yo fuera su tesoro más preciado.
AAAAEn cierta ecografía de los últimos meses la miré de frente y le dije a Sebastián: “mirá qué cachetona, la gorda”. No me equivoqué. No sólo no se le fueron los cachetes sino que al paso vertiginoso del crecimiento de los primeros meses de vida, éstos fueron in crecendo y a la fecha resultan un manjar imposible de resistir.
AAAASu sola existencia llena de sentido mi vida. Es muy difícil decir estas cosas y que no parezca un cliché. Algo tan simple como ir caminando, estirar mi mano y que ella me acerque la suya rolliza y bien abierta hace fiesta en mi corazón. Es el amor correspondido por excelencia. Sobretodo a esta edad. Es un amor que brota, que desborda, que galopa y que hace nido en el alma las veinticuatro horas del día. Y dicen que con los años aumenta, me cuesta imaginar cómo. Me cuesta imaginar dónde me entraría.
AAAAFísicamente, es igual al papá, preciosa por donde se la mire. Y, para colmo, cualquier gen mío que pueda manifestarse en su cuerpo hace que parezca más hija de cualquiera de mis cuatro hermanos que mía. Pero, de personalidad, Dios mío, es digna hija de su madre.
AAAAClementina. Así se llama. ¿Ya lo dije? Sí, ya lo dije. Lo que no dije es que así se llamó desde siempre. Muchos años antes de llegar, yo ya la presentía y la sabía, en el cuerpo y en el alma. Sabía que vendría, sabía que su esencia volaba por el universo esperando su momento de ser concebida para, nueve meses más tarde, convertirse en una explosión de vida en el mundo.
AAAALa primera palabra que dijo fue “mamá”. Y desde ese momento, cada vez que pronuncia mi nombre, ese sonido me hace de nuevo, me devuelve el ser.
AAAATener un hijo es renunciar a uno. Es dejar de ser egoísta para ser y vivir por el otro, para procurarle las armas y recursos necesarios para encarar la maravilla de vivir y poder hacerlo de la manera más sana y agradable que sea posible, ayudándolos a lograr tener la vida que quieran tener, ésa que los acerque más y más a la felicidad, si tal cosa existe. Es amanecer cada día y agradecer el regalo de eso nuevo que aprendió y te quiere mostrar. Ver cómo esa personalidad única va tomando forma, sustancia y consistencia. Es reconocer en esa persona que el amor existe y es capaz de crear lo más hermoso, lo más perfecto, lo más conmovedor.
AAAAY todo lo que falta por vivir, por ver, por sorprenderme, por agradecer y –claro- por sufrir; porque, como dice Serrat “nada ni nadie puede impedir que sufran” y si hay algo peor que el sufrimiento de un hijo, probablemente esto sea el sufrimiento de un padre, que daría cualquier cosa por hacer propio su dolor, sólo por evitárselo, sólo por calmarlo mínimamente.
AAAATodo lo que se entendía por vida cambia para siempre. Lo que le daba sentido a nuestra existencia cambia para siempre. Cargamos con el peso de no querer equivocarnos pero, seguramente lo haremos porque, nadie es perfecto. Pero, van a ser estos errores también los que forjen su carácter y los vayan esculpiendo como los seres únicos que son. Por eso, Clemen, te pido perdón de antemano por todos los errores que voy a cometer como madre y como persona. Porque yo sí, hijita, soy un conglomerado de imperfecciones pero, para cuando puedas leer esto, seguramente también ya habrás notado que tu mamá es –por sobre todas las cosas- un conglomerado de amor. Amor por la vida, amor por los suyos y amor por todo lo que sea digno de ser amado.

6 comentarios:

  1. Pilar, realmente conseguis emocionar desde la escritura. Lo transportás a uno a tus sentimientos, con un facilidad de lectura admirable y tierna.
    Seguí así!
    Tu amigo Invisible

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  2. Clemen tan tierna, tan linda, muy lindas palabras amiga!
    Quién es "tu amigo invisible"?

    Vicky, tu amiga visible

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  3. Gracias por los comentarios!!! No tengo idea, Vick, de quién será mi amigo invisible. Supongo que si me llama "Pilar", tan, tan amigo no será, ¿no creés? Y además, asumo que la esencia de eso "invisible" reside justamente en no saber quién es. Igualmente gracias a los dos: por lo visible y lo invisible.

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  4. Como siempre logras emocionarme profundamente...te quierooo
    Mechi

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  5. Amiga muy lindo y muy fuerte lo que escribiste.
    Todos somos un aglomerado de imperfecciones, menos mal !! sino la vida no tendría sentido, no habría nada que aprender !!
    Te quiero mucho !!
    Beso gigantee
    Agus

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