You've got to get in to get out
De todas mis tristezas hay una que no me visita con mucha frecuencia. Una que muy pocas veces en la vida me visita: es la tristeza del vencido. Yo no me doy por vencida ni aun vencida, como decía mi amigo. Soy dura de vencer. Mi cabeza muerde y vocifera vengadora incluso rodando por el polvo. Por eso no conozco bien esa tristeza pero, cuando viene la miro siempre seria y como por primera vez: es pura presencia, es pura noche, es pura pureza, es pura tristeza. Es vacío o más que vacío es ausencia. Es orgullo herido y herida abierta. Cuando viene esa tristeza, no hay amigo, palabra ni consuelo que se le atreva; tampoco hay lágrimas, solo guijarros en el alma y en la lengua.
Luego de recibirla cierro las persianas y las puertas para darle la privacidad que necesita y se instala. No me sobra ni se burla, simplemente está y mira en seguimiento cada uno de mis pasos lentos, medidos. Sabe lo que voy a hacer y, tan dolorosa e indolente a la vez, no se queja ni se ofende. Los primeros pinchazos sobre el disco de pasta suenan mal por mi pulso pero, enseguida acomodo la aguja y el Concerto in D major op.35 de Tchaikovsky, empieza a sonar imponente. Y con el control de la tele saco el sonido y busco exactamente lo que quiero: patinaje artístico sobre hielo. Me acomodo, junto a esta tristeza en el sillón, tranquila porque nada me protege mejor de ella, nada anestesia más mi dolor. Así frente a la pantalla y abrazando fuerte mis rodillas, mis razones, explicaciones, motivos, teorías e ideas empiezan a borrarse, a desaparecer en esos giros, esos saltos y en esas gacelas que sobre cuchillas de fuego cortan con justicia el hielo que pisan. Y solo queda un agradable sopor entre esos acordes de cuerdas, la imagen, esa tristeza y yo. Toda racionalidad se esfuma en ese cuerpo que se estira, se ablanda, se expande y se retrae. En ese vuelo raso todo se esfuma. Todo se desviste en cada giro, en cada salto y lo único que queda es el corazón crudo que, como en un torno de alfarero, frágil y húmedo, al paso de cada vuelta, empieza a moldearse de nuevo.
Muy bueno Pili, muy buena la descripción de la tristeza del vencido, o del derrotado. No te parece que vencido es como más constante en el tiempo, y derrotado como con más unicidad en cada derrota?, no se, como guerra y batalla. Qué te parece?
ResponderEliminarTe mando un beso grande y te quiero mucho!
Fede
La clave está en dejarla pasar a tu casa, pero nunca abrazarla. Es la enseñanza que me dejó una vieja amiga hace muchísimos años.
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