¿Por qué te moriste? Me muerdo el labio inferior y sonrío con sorna dejando salir un sonido gutural, imposible de escribir -un llanto reprimido, contenido tal vez-. ¿Acaso no sabés que soy una especialista en regalos? Sí, en regalos y en sorpresas. Ese regalo único y hecho a medida no se lo puedo dar a nadie más porque para nadie fuera de vos tendría valor alguno. ¿Cómo pudiste morirte antes de recibir mi regalo? En todo caso debiera haber sido algo así como "recibir mi regalo y después morir..." Pero, no. Y el regalo me mira y yo lo miro. Nos miramos y no tenemos idea de qué decirnos. Yo me encojo de hombros y él nada; se ve afligido porque se sabe sin destinatario (imaginate lo trágico que es eso para un regalo). Yo le digo que no se preocupe, que muchas cosas además de él quedaron truncas para el día de hoy; por ejemplo o principalmente, un abrazo al amanecer... No un abrazo cualquiera, uno de cumpleaños. Uno de esos que cuando se dan se le agradece en silencio a Dios que esa persona haya nacido. Sí, muchas cosas quedaron truncas hoy.
Secas las lágrimas, decido que con ese regalo no puedo hacer nada más que dejarlo ahí, en ese lugar. Y mientras cierro la puerta del placard y hago sonar los huesos de mi tobillo derecho, como queriendo destrabar algo de todo esto, no puedo evitar preguntarme si con el tiempo, al igual que la plata guardada ese regalo se irá devaluando o al igual que el buen vino se hará más añejo.
Podrias escribir otro contando como es el regalo! Mata la curiosidad...
ResponderEliminarFeliz día de tu nombre.
ResponderEliminar¿Mi nombre nació conmigo? Qué felicitación más difícil de entender... Gracias, supongo!
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